Llegamos en familia a Benasque, pasamos el control de material, recogemos dorsal, y sigo más nervioso que un cascabel. Suerte de Natalia y los niños que me distraen y animan. Dejo todo listo, material y mochila sobre la mesa, y me acuesto a las 23.30...me paso la noche corriendo en sueños, inquieto...
Las 6.30 a.m y en pie; biberon a Adrián, besos a Lorién...me voy a la salida de la Vuelta al Aneto; allí tengo a mi amigo Raúl y a Chusta (el otro alcorisano); he quedado con Mariano, Santi y Alexis, con quienes compartiré el reto de las Tucas. Vaya ambientazo, que lujo, que sensaciones, todo a flor de piel. Ánimo valientes!
Me tomo un buen desayuno y sigo mi ritual de siempre, preparando con nervios el material, vistiéndome. A las 8.35 salgo del hotel a la línea de salida, donde me esperan mis compañeros; pasamos el control y nos colocamos entre una multitud de gente. La adrenalina está a flor de piel, que pasada, que momentos, que increíble subidón; el speaker nos pone como motos y en tensión competitiva, nada comparable a esos momentos.
Caras de nervios, de ganas y de mucha ilusión. 3, 2, 1....en marcha!! Salimos!! Los primeros metros saliendo de la Avenida de los Tilos, gentío, emoción...y llegamos a la carretera, tomamos el camino paralelo al rio, y el pelotón se estira, para evitar aglomeraciones. Una buena idea...3 km a buen ritmo y tras pasar el camping nos adentramos en terreno montañoso. Poco a poco vamos pisando algo de barro, un tramo muy fácil que hacemos casi todo corriendo, con muchas risas, entre Mariano, Santi y Alexis. POr cierto que con ALexis compartimos un trancazo de escándalo, que al principio me jode vivo por aquello de los mocos. Mariano como siempre nos va contando cosas del Pirineo, sendas, experiencias...y así vamos pasando el primer tramo; una hora y 46 minutos y llegamos al refugio de Estos; allí hay mucha gente y comemos un poco, intento llenar los bidones, y tal vez en ese punto me equivoco al no llenar la camel; no esperaba que el siguiente avituallamiento me iba a quedar tan lejos;
Estamos unos 8 o 9 minutos y salimos de allí, empezando una sensa por las faldas del monte; senda divertida y que se hace corriendo; y vamos camino del Ibonet de Batisielles (precioso lugar), que es desde donde en realidad empieza la Alta Montaña; Alexis se nos había escapado unos metros, y al llegar a la senda de piedra suelta, le ofrezco uno de mis dos bastones a Santi, que no suele llevarlos, pero que lo iba a agradecer mucho. Los primeros metros tienen un desnivel de un 25% por lo que hay que agarrar con fuerza el bastón; luego la cosa suaviza en tramos, pero siempre en pendiente, y con la dificultad de que los guijarros están por todos los lados; suerte de mis Canadia Trail, que siempre se agarran como lapas. A todo esto vamos hablando, comemos y bebemos. Cada hora gel o barrita, tragos de agua...
Llegamos a los Ibones de Batisielles; espectacular lugar, increible belleza; descansamos para comer un poco, y allí nos hacemos unas fotos; hasta ese punto todo genial; sobre nuestras cabezas divisamos las Tucas que dan nombre a la prueba; a la espalda queda el Aneto. Es maravilloso lo que vemos; seguimos en ruta ya con Alexis otra vez, y unos 800 metros más arriba paramos a llenar los bidones de un torrente; dice Mariano que allí ya no hay vacas, así que mucha gente nos imita; sin darnos cuenta nos metemos en un abismo de grandes bloques de piedra, sobre los que tenemos que ir saltando y eligiendo el trazado; por suerte no tienen demasiado desnivel, pero alzando la vista vemos lo que nos espera (o lo que pensábamos que nos esperaba). Hay gente que se queja, y que salta temerosa; una caída sería fatal. Seguimos subiendo, y se acumulan los minutos; la fila es ante nosotros y a nuestras espaladas inabarcable. Llegamos a Les Basetes...los 4 km desde el Ibón se hacen durísimos; hacemos un descanso tras una hora de ascenso y seguimos comiendo; en esas paradas me pongo algo nervioso, quiero seguir, me veo bien; nos pasa mucha gente, pero mis compañeros parecen no darle importancia.
Frente a nosotros queda el Collao de la Plana, techo de la carrera a 2.702 metros; en 4 km hemos salvado un desnivel de mas de 900 metros, eso si que es un kilómetro vertikal! Que salvaje, que hermoso!
Hacemos cima, y nos deleitamos en el Ibón de la Plana. Bebemos, fotos, un sms a Natalia (increíble que aquel remoto paraje hubiese cobertura), y para abajo. Alexis nos adelanta y ya no lo volveremos a ver; baja muy bien. Mariano y Santi van tras de mí; no soy buen bajador, y lo que nos queda es algo más que muy técnico; es para mi la parte más dura del Trail; me adelanto unos metros, y oigo a Mariano que me dice que no corra tanto, me voy frenando; son 5 kms hasta el refugio del Ángel Orús y se hacen eternos; fango, piedras, saltos...es la parte que menos disfruto, y en la que empleamos más de una hora, salvando el barranco dels Ibons...a lo lejos, como inalcanzable, nos queda el refugio, al que por fin llegamos, yo con unos 3 o 4 minutos sobre Mariano y Santi, a los que de nuevo espero. Llamo a Natalia y le digo que todo va bien. Allí como, bebo, lleno bidones, la camel, hablamos con Cristina y Sheila, que han venido a animar. Y comentan que ya han pasado unos 500 y que el primero iba Roberto Prades.
Iniciamos el descenso, no quiero esperar más, es una senda técnica, en la que empezamos a cruzarnos con los titanes del Gran Trail, los de los 109 km...que pasada de hombres y mujeres, que bestias. Suben en algunos casos con la mirada perdida (luego vemos lo mucho que llevan de ascenso y 70 kms en sus piernas); procuro leer el nombre en sus dorsales para animarles, y de verdad que lo agradecen. En un momento me cruzo con alguien familiar, luego sabré que era Eduardo Egea, otro superhombre alcañizano...
En la bajada se pone delante Mariano para marcar el ritmo, dice que yo corro más. Vamos los 3 muy bien, yo estoy como una moto, me encuentro muy fuerte. Llegamos al Parking de Espigantosa, y por vez primera en kilómetros, podemos correr durante un buen trozo, el mapa de ruta lo coloca en el 28,5, mi GPS en el 30. Algo más adelante muere mi pobre GPS...en ese momento nueva foto, parada a mear...y Santi y yo que disfrutamos como enanos corriendo; Mariano nos dice que prefiere andar, y nosotros decidimos seguir corriendo con Santi; que gozada, buen ritmo, buen firme, y en bajada...seguimos viendo a los de la Ultra...lo que les queda pensamos...
Llegamos a Eriste, empezamos a disfrutar del calor del público que anima; allí hace muchísima calor; son las 5, y nos quedan algo más de 9 kilómetros y 400 de desnivel hasta subir a Cerler. Comemos, bebemos, y para arriba; conozco la senda del año pasado; Santi va bien pero empieza con calambres, le animo, paramos a estirar, le grito que siga, le doy una pastilla de sales...y hacemos grupeto con una gente que nos coge, y con la que llegamos al Molino de Cerler; desde allí sólo queda bajar y disfrutar;
Vamos unos 6 o 7 riendo, animándonos, sentimos la meta cerca; Santi sigue, y parece que no tiene dolor, un par de repechos y ya estamos a las puertas de Benasque; llamo a Natalia para avisar y no lo coge; sé que estará allí...entramos en el pueblo...gritos, aplausos, estoy que no quepo en mí; vamos Santi!! Vamos que llegamos!! y por fin la Avenida los Tilos, veo a Natalia, con Lorien y Adrián; les beso, les cojo de la mano y sobre la moqueta roja corremos juntos los últimos metros; quiero llorar, gritar; animo a mis hijos, y corren emocionados junto a mí.
Increíble, 9 horas y 31 minutos después concluye esta aventura; no puedo describir la sensación, la emoción...me abrazo a Santi; a Natalia, a Mariano Secanella; a mis hijos; lloro...que pasada!! Poco después llegaba Mariano.
He cumplido con el reto; he pasado lo más duro y ahí estoy, con los pies doloridos, y poco más; encantado y dichoso; tal vez hubiese podido bajar el tiempo, no lo dudo, pero tampoco me importa. EL valor del grupo es muy importante. Ya sé lo que es correr 44 kms (eso dice el track) y más de 2.900 mts de desnivel; lo sé, lo he vivido y lo he disfrutado. No tiene precio, y el compartirlo con amigos y llegar a meta con mis hijos es lo más grande del mundo.
Vivan las Carreras de Montaña y gracias a mi familia, amigos y compañeros que me han soportado y apoyado. Volveré.