LA TRAGEDIA
Es difícil enfrentarse a un escenario como el que ha dejado la tragedia del fuego. De repetente los paisajes de toda una vida, el corazón más hermoso y salvaje del Maestrazgo, ese que aún permanecía ajeno a la voracidad calculadora de especuladores y gentes sin escrúpulos, se ha visto reducido a cenizas. Todo ha sido tan rápido, que es difícil digerir el dantesco espectáculo que dejan nuestros montes y bosques calcinados.
Esta mañana hemos recorrido Majalinos, hemos transitado hasta Cirujeda y conversado con Encarna y su hija en La Cañadilla. Allí nos han relatado su tragedia y como obligados a abandonar su pueblo, regresaron tras una odisea sembrada de pistas y de humos negros, que les permitió salvar a su pequeño pueblo.
Nos hemos asomado al Maestrazgo desde los Degollaos, para ver cenizas, para ver los montes desnudos, descarnados de su manto verde. Hemos visto las copas de los árboles socarradas, la cubierta vegetal teñida de negro, por doquier la sombría presencia del fuego. Restos de masías, restos de chuzos de pastor, restos de casas hundidas en La Cañadilla.
De repente los paisajes de mi vida, han desaparecido y me ha invadido la desazón. Majalinos era uno de esos montes de referencia, allí donde aprendí a coger rebollones, a refrescarme en su fuente, y a sentarme en alguna de sus curvas para divisar un paisaje espectacular, rodeado de silencios y respirando el aroma puro de nuestros montes. Ya no podré delitarme en el paseo, que para mi suponía viajar hasta Aliaga por sus barrios, viendo como aparecía La Cañadilla, hoy sumergida en un valle desolado, calcinado y víctima del abandono.
Nada será igual en los miradores, ya no descenderé Los Degollaos con esa placentera sensación de mimetismo con un medio impresionante, con sus silencios y contrastes, con ese empaparse de soledad y sosiego.
Me quedarán las estampas, eso sí, de sus gentes, sus voces, sus lamentos, Olga, Manolo, Carlos, Carmen y todas las gentes de Cañizar, que han llorado la desidia y el abandono del Departamento de Medio Ambiente, el mismo que les dejó durante 3 días combatiendo a solas contra el fuego, sin un solo medio, sin más esperanza que la de la solidaridad y el aplomo de las gentes de esas tierras. Ya decían que este era un país de guerrilleros, como lo han sido los hombres y mujeres de La Zoma, que ante el abandono continuado, se conjuraron para apagar el fuego y salvar a su pueblo del desastre. Salvaron a La Zoma, y sus 23 habitantes han perdido su monte y su paisaje, pero han conservado a base de tesón sus casas.
No me olvido de José Manuel, de José Mª, de Ovidio y de tantos y tantas ejulvinas que lo han dado todo en su lucha desigual contra las llamas. Y sucede lo mismo con Lagares y las gentes de Montoro, no he podido olvidar su semblante triste, su desazón y la de su familia. Recuerdo a Encarna, a Manuel y al inglés de La Cañadilla, a Julia y a José de Aliaga. Y podría seguir con esos valientes del Maestrazgo, de todos sus pueblos que se sumaron al retén y plantaron cara al fuego.
Y también a los Olminos, Alcorisanos, Matinos, Bergelinos, y a todas esas gentes que lucharon contra el incendio de Los Olmos. No olvido a las gentes de Alloza, y a quienes desde Andorra, Montalbán u otros municipios, abrieron sus puertas de par en par a la solidaridad.
Tampoco olvido y no perdono la desidia y la chuleria de quienes dejaron al fuego hacer, y pecaron de omisión de socorro a unos ciudadanos indefensos, que durante 3 días lucharon como pudieron contra el fuego, para salvarse de un desastre sin parangón. QUE LO PAGUEN.
3 comentarios
Marco -
Mientras, los gobiernos hablan de teorías, de rayos y truenos. Qué les parta un rayo!!!
cristina gomez -
como toda la herencia de mi familia sólo quedan las fotos y las cenizas.
besos
Luis Pastor -
ENTALTO ARAGÓN, incluso quemado lo sigo viendo precioso, miremos al futuro de esos nuevos árboles, de esa nueva vida que surgirá de entre las cenizas. Lo dicho... ENTALTO ARAGÓN Y SUS GENTES