HE VISITADO EL MONUMENTO A LAS VÍCTIMAS DEL 11-M
Hoy he tenido la ocasión de pasarme un rato a ver el monumento en recuerdo de las víctimas del 11-M que se inauguró el pasado domingo en la estación de Atocha. Sobrecoge por la dimensión humana que tiene, sobrecoge por lo que muestra, esos cientos de mensajes anónimos, y por lo que evoca, y sobrecoge por esa luz y ese silencio que lo envuelve, es un espacio de recogimiento, de reflexión.
Recordaba mientras lo veía el editorial de El Periódico de hoy mismo, en el que se alerta sobre el peligro de la amenaza integrista en España, una amenaza velada, que ayer volvió a ser reafirmada. Pensaba que entre tanto los botarates del PP, a los mismos que les explotaron todas esas bombas en sus narices, siguen viviendo de peregrinas teorías conspiratorias, de mentiras, y siguen centrando su política en ETA, cuando la amenaza está en los desiertos y montañas en las que se ocultan los islamistas, no en Euskadi. Me repugna esa actitud, y máxime cuando en la España Popular las víctimas del 11-M son poco menos que verdugos, y solo por querer la verdad. Confío en que la cúpula de Génova se sobreoja ante el monumento a las víctimas como me ha pasado a mí, y que recuperen la cordura y la sensatez, por el bien de todos, porque la cosa sigue pintando muy mal y todos estamos hartos.
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