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Entalto Aragón

A LA MUJER TRABAJADORA

Mi columna de La Comarca

 

El lunes 8 de marzo fue el día de la Mujer Trabajadora. Ese día mi abuela Cruz nos dejó para siempre. Quiero aprovechar este espacio para hacerle un pequeño homenaje a ella y a todas las mujeres de su generación. Ellas encarnan la esencia de la mujer trabajadora, ellas que vivieron sin infancia, que tuvieron una adolescencia teñida por la sangre de la Guerra Civil. Ellas que se fajaron contra las penurias de la posguerra, que dejaron sus pueblos para servir a familias bien en las ciudades, ganando una miseria que enviaban de vuelta a casa; renunciando a cualquier lujo, al ocio.

Ellas que no han hecho otra cosa que trabajar, trabajar y trabajar. Se hicieron cargo de sus hermanos, de sus padres, de sus hijos, y se inventaron el ahorro. Sacaban tiempo de donde no lo había para seguir trabajando y poder procurar un porvenir digno a los suyos. Lo hicieron a base de sudor y de un tremendo sacrificio, sin que su esfuerzo y su servicio fuese nunca reconocido. Ellas forman parte de una generación de mujeres trabajadoras, sin derechos, sin prestaciones; mujeres entregadas a los demás. A ellas que han recibido una pensión miserable en pago a toda una vida de sacrificios, y que en la sombra sacaron adelante a este país, les dedico mi sentido y sincero homenaje del 8 de marzo.

Es de justicia dignificar su recuerdo y honrarlas como merecen.  Son esas otras mujeres trabajadoras, las que lo hacen a la sombra, nuestras abuelas y nuestras madres, que no han sabido nunca de un salario fijo, que apenas han podido revelarse contra el injusto papel que les asignó la sociedad y su tiempo. A vosotras mi admiración y mi homenaje como mujeres que nos lo habéis dado todo. Yo no lo olvido. Gracias. 

 

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