¿Hasta cuándo?
Dejo aquí mi artículo en La Comarca de este viernes; hecho desde el hastío a toda la mentira, basura y mezquindad que nos rodea; hecho porque hay que decir que no toda la política, ni todos los políticos son iguales, y hecho para decir lo que siento.
Es imposible permanecer ajeno al hedor que desprende la política española, salpicada por casos de corrupción de todo tipo que ya hemos glosado en otras ocasiones. Pero lo de estos días con el Presidente del Gobierno, la Contabilidad B del Partido Popular y los papeles de Bárcenas es inadmisible. Y lo es por dos razones fundamentales.
La primera de ellas es que desde la Presidencia del Gobierno se gestiona toda esta situación de espaldas a la ciudadanía, como si no debiese afectarnos, ni importarnos. Pretenden que el tiempo ejerza de bálsamo y olvidemos. El distanciamiento de la calle es abismal; y el descrédito de la clase política dirigente imparable. Ante hechos consumados se decide mantener a Ana Mato como una cándida e inocente receptora de todo tipo de prebendas; y se la jalea mientras que con mano de hierro desmantela la sanidad pública. El despotismo y la indolencia con la que nos tratan, no tiene parangón en democracia. Que ante lo ocurrido el presidente sólo se haya dirigido a la ciudadanía una vez hace 6 meses, a través de un plasma, no es un ejemplo de transparencia. Que niegue la evidencia y se oponga a dar explicaciones en sede parlamentaria, es un insulto que no sólo lo desacredita a él, sino que pone en entredicho a todo el sistema, por mucha mayoría que lo ampare.
La segunda es ver como quienes dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que debemos de apretarnos aún más el cinturón, al tiempo que padecemos una constante pérdida de derechos y libertades, han mantenido una contabilidad B, han pagado y pagan sobresueldos, y financiado a sus cargos militantes. Y todo ello con ese dinero público hoy tan escaso. No juzgaré a la parte por el todo, a buen seguro que habrá miles de militantes y cargos del PP tan escandalizados como yo.
Lo que más admiro de las democracias anglosajonas, y especialmente de la americana es su implacable gestión de la mentira. Allí no tendrían cabida, aquí están al frente de un gobierno. ¿Hasta cuándo?
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