De emociones, inauguraciones y sentidos homenajes
Estos han sido unos días intensos y muy emotivos. El adiós de Labordeta ha traído consigo la mayor manifestación de duelo y admiración que haya vivido el Aragón contemporáneo. El lunes, junto a mis amigos Manolillo, Dabí, Marco y Paco, tuvimos la ocasión de visitar su capilla ardiente y permanecer durante unos minutos en aquella sala, para testimoniar nuestro dolor, y nuestro cariño hacia su persona y lo que representó. Entre tanto pasaron cientos de personas de todo tipo y condición, de todas las edades, unidos en el duelo y en la admiración hacia el Abuelo que se nos ha ido. Resulta que los aragoneses, ricos en tanta historia, andamos huérfanos de símbolos, de iconos que nos representen a todos, y Labordeta emerge como ese nexo común a todos nosotros.
Estos días he hablado con amigos suyos, algunos de su círculo más íntimo, y todos han coincidido en el respetuoso trato institucional y político que se ha dado al adiós de Labordeta. Eso dice mucho de las gentes de este país, que tanto lo hemos querido.
Ayer por la tarde en Alcorisa le rendimos un pequeño homenaje. Quisimos que a la apertura de la nueva ampliación de la Biblioteca, ese nuevo espacio dispuesto para la cultura y lo que ello supone, fuese también el momento en el que tributarle nuestro sentido cariño, y el adiós de los alcorisanos y alcorisanas. Los maestros Benito, Diego y Bitor, se sumaron a la idea para entonar ARAGÓN, SOMOS y el CANTO A LA LIBERTAD, y el improvisado coro que allí se dio cita, participó del recital sintiendo la magia de sus letras, y cantando ese himno que lo tiene que ser, oficialmente, de Aragón.
Hay tardes de esas que se recuerdan, momentos que vivimos y sentimos con emoción. Ayer sentí un gran orgullo por mi pueblo, porque por un lado se demuestra esa vocación de progreso al apostar decididamente por la cultura; por otro lado, por quienes se dieron cita en aquel acto, para rendirle un merecido y sentido homenaje al Abuelo. Se trata como habéis dicho en otros comentarios de un icono, y como tal lo despedimos y lo honramos. José Antonio, también Alcorisa te despidió con dolor y con admiración. Tu legado permanece vivo en las estanterías de esa biblioteca que alberga una parte minúscula de tu obra universal. No te olvidamos, tu recuerdo vive en todos nosotros.
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