Erre que erre
Ha tenido de todo el fin de semana, y eso que no he podido disfrutar como antaño de las Fiestas de la Vaquilla, pero tampoco me puedo quejar. El viernes andaba a la espera de que la proverbial prudencia de nuestro loado presidente se hiciese verbo en forma de la designación de su nuevo gobierno, y hete aquí que se hizo sibilina como siempre, sin sobresaltos, como siempre, con las concesiones de siempre a su media mitad que tal vez también lo sea para siempre.
No es que me esperase ni más ni menos, es que no esperaba nada. Albergaba una lejana ilusión en que las cosas cambiasen, confiando en algún golpe de efecto sonado, llegué incluso a soñar en una de esas noches de verano, con un gobierno de Aragón de izquierdas, pero lo achaque a las altas temperaturas. De manera que seguimos con el más de lo mismo quietos en nuestra quietud y abonados al continuismo. Suerte de la irrupción de Zapatero el viernes a las 9 de la mañana para revolucionar a su gobierno, pero ni siquiera eso sobresaltaría a nuestro presidente, enrocado en esa moderación que consume a las políticas de izquierda.
Así que un verano del más de lo mismo, igual que allá por 2003, el erre que erre del Pignatelli, desayuno con sanfermines, las etapas del Tour en la siesta y Federer ganando el Wimbledon. El mundo aragonés, parece no haber cambiado. Bueno sí, ayer por la tarde recibí la llamada de mi alcalde, hoy hay cumbre en la Plaza de los Arcos.
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