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Entalto Aragón

Por la escuela rural. No olvidemos.

Hoy es el último día de curso para miles de escolares; pero también lo es para muchas escuelas de pequeños pueblos, que verán como sus puertas cierran definitivamente el paso a los niños y niñas. 

El año pasado le toco a Mezquita, a Crivillén, ahora a Hinojosa, tal vez a Cañada de Verich...lentamente un goteo que no cesa. Los recortes han sido la puntilla con la que se sacrifica el futuro de nuestros pueblos. No olvidemos que hay nombres y responsables, que llevan años hablando de políticas contra la despoblación, y lo único que han hecho ha sido gastar ingentes cantidades de dinero en estudios y jornadas que apuntan a obviedades. Para este viaje no hacían falta esas alforjas.
Los despachos alfombrados sentencian un modo de vida, una forma de educar y de convivir. Los despachos alfombrados señalan un camino que nos lleva al desastre. Esas puertas que han decidido cerrar, difícilmente volverán a abrirse, el portazo a la esperanza es más sonoro si cabe, cuando les vetan el paso a los niños y niñas de nuestros pueblos.

No olvidemos que los verdugos de la escuela rural, de la escuela pública tienen nombre y apellidos. No olvidemos a quienes decidieron sacrificar el futuro de nuestros pueblos, en el altar de los mercados. No olvidemos a quienes han defendido que mantener un aula con 6 niños es inasumible; no olvidemos a quienes han cuestionado el buen hacer de maestros y maestras; no olvidemos a quienes han luchado con todas sus fuerzas por defender la escuela rural y pública ante quienes habían firmado su sentencia. 

No olvidemos que es la educación lo único que nos hace iguales; no olvidemos que tras las risas y los juegos de los niños, late la esperanza de futuro de nuestros pueblos; no olvidemos que son quienes se desplazan en coche oficial, los que han sentenciado a los hijos e hijas de nuestros pueblos a rutas escolares sin transporte; no olvidemos a quienes almuerzan en comedores oficiales, participan en recepciones y cobran dietas, porque han sido ellos los que han condenado a los hijos e hijas de nuestros pueblos a comer en un bar. No olvidemos y no nos resignemos. 


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