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Entalto Aragón

De aquellos polvos

        En octubre de 1997 José Mª Aznar inició la última y más amplia fase del proceso de privatización de Endesa, que prosiguió en 1998, y supuso pingües beneficios para el Estado, de esos que se imputaron al “milagro” económico de Aznar. Hoy Aznar es consejero de Endesa ¿Recuerdan en 2007 aquella OPA de Gas Natural (Catalana) sobre Endesa, y como se maniobró para que se la quedase ENEL (Italiana)? Consecuencia de todo aquello no sólo pagamos la luz más cara de Europa, lo que repercute en nuestros bolsillos (más de un 80% de subida desde 2004), sino que también lastra al sector productivo mermando su competitividad (que trata de paliarse con las bajadas salariales).

            Aznar llevó a cabo el mayor proceso privatizador conocido en Europa, y de aquellos polvos vienen los actuales lodos. A la tomadura de pelo del déficit de tarifa, se suma la falta de control sobre la gestión de recursos básicos. Si el Estado participase de Endesa, no sólo mantendríamos el control sobre el precio de la luz, sino que además lo que sucede ahora con la minería no sería posible. Una empresa Estatal velaría porque el carbón estatal produjese electricidad, y los mineros de Mequinenza no estarían como están, ni nuestra provincia se vería abocada al abismo.          

            Viene todo esto a colación de cuanto sucede estos días y de la celebración de nuestra obsoleta Constitución. Una Constitución que no blinda a los ciudadanos de estos abusos, pero si que blinda a las clases políticas. Que permite que los ex presidentes, como González, se sienten en Consejos de Administración de empresas que antaño fueron públicas (camino que siguen los exministros). Si hasta la fecha se han sentado en los consejos de las eléctricas, en adelante lo harán en las gestoras de sanidad. Esa es la mentira de nuestro tiempo, la privatización de lo público y de su beneficio, para socializar el gasto y recortar nuestros derechos. No ha llegado ya la hora de reformarla y ajustarla a nuestro tiempo, para garantizar los derechos y libertades del pueblo, y no de sus dirigentes y oligargas. 

 

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