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SANTOLEA, LA MEMORIA INUNDADA

SANTOLEA, LA MEMORIA INUNDADA

Reproduzco aquí el artículo que hoy me publica el Diario de Teruel, a propósito del pueblo de Santolea. La Foto está estraída de la web www.santolea.es

Me cuenta un amigo que anda seriamente preocupado con la recuperación de la memoria. Me dice que si hay algo que le irrita es que la memoria se olvide de su pueblo, que los políticos, los colectivos silencien el drama del lugar en el que nació. Resulta que mi amigo es de Santolea, pues sí, del pueblo que le da nombre a un embalse, del único pueblo de nuestras comarcas que fue sepultado bajo las aguas de un pantano, que fue expropiado, demolido y finalmente dinamitado, para que nadie quedase en su interior. 

Me decía mi amigo, que la paradoja de su pueblo fue que su riqueza en agua, acabo siendo su mayor desgracia, porque sirvió para el desarrollo de la Tierra Baja, a costa de sus gentes, del adiós forzado. 

Conviene que nuestra memoria no olvide tampoco esos episodios, esos momentos que se contextualizan en la dictadura, bajo una política hidráulica totalitaria, que amparaba a confederaciones e hidroeléctricas para hacer y deshacer a su antojo. No podemos olvidar que un pueblo entero, que se llamaba Santolea, que llegó a tener más de 800 habitantes en el primer tercio del siglo XX, cuando comenzó a construirse el embalse, y que en los 50 contaba con unos 400, fue desalojado y borrado del mapa. Ese lugar y sus vecinos fueron condenados a la diáspora, a enterrar y demoler su casco urbano, a entregar sus tierras. A sus gentes les arrancaron por la fuerza sus tradiciones, les quitaron su historia, les dejaron sin su pueblo, y llegado el caso lo hicieron con herramientas represivas, con amenazas y con dinamita. 

Los vecinos de Santolea padecieron un drama que se repitió por doquier en el Pirineo. Siempre las gentes de la montaña se han tenido que sacrificar para el desarrollo del llano, y algunos aún pretenden seguir sepultando pueblos, defendiendo una política hidráulica decimonónica e insostenible. 

Hoy, desde la distancia los hombres y mujeres de Santolea observan como las nuevas “aves de rapiña”, se acercan a las ruinas de sus recuerdos, para llevarse cuanto queda en pie, aquello que no les pertenece, sin que nadie se moleste en proteger los vestigios de su pasado. Se queja mi amigo de que nadie hace nada por evitarlo, que las cosas se pueden hacer mejor o peor, o como en este país, donde nadie ha hecho nada por conservar la dignidad de sus ruinas, y donde la CHE, hoy propietaria de esas tierras por obra y gracia de la expropiación forzosa, se sigue revelando como una colosal, hermética, y cerrada institución, que siempre sirve al interés de los mismos. Y lo dice mi amigo porque Santolea está de actualidad, porque lo recrecen, y porque muy probablemente volverán a mancillar, ahora sí, definitivamente, el orgullo y la memoria de aquel pueblo que se tragaron las aguas. Y lo dice con la amargura de saber, que ni siquiera dispone de un lugar, de un espacio físico en el que darse cita con sus paisanos, ni un miserable cobertizo que les permita reunirse para volver a celebrar la fiesta de su patrona, Santa Engracia.  

Le había dicho a mi amigo que sus palabras no deben de caer en saco rato, que la dignidad de todos los que como él y su familia debieron de abandonar a la fuerza su pueblo, sus raíces, no pueden ser víctimas del olvido. Esa memoria histórica de la que me siento firme defensor, no puede omitir episodios como los de Santolea. La Tierra Baja, sus regantes, y sus gentes, tienen una deuda histórica con todos aquellos que vieron inundar sus recuerdos, para que otros sembrasen sus campos de futuro. Dignificar y recuperar el pasado del pueblo de Santolea es una obligación colectiva, a la que todos nos deberíamos sumar. Sabemos que ya no volverán las “Sanantonadas”, y que difícilmente lucirá de nuevo su antaño magnífico Calvario, pero siempre nos quedará el recuerdo de lo que fue, y entre todos no podemos olvidar que en aras de nuestro progreso colectivo, un pueblo fue condenado a perecer y reposa hoy a los pies de un pantano. Eso amigos, también forma parte de nuestra memoria, mal que a algunos parezca que les pese, y mucho, recordarlo. 

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Luz verde a la Ley de Memoria Histórica

El Pleno del Senado ha aprobado, de forma definitiva, el proyecto de Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, la llamada Ley de Memoria Histórica.
El proyecto, remitido por el Congreso de los Diputados, recibió 127 a favor y 119 en contra. Previamente, la Cámara había rechazado dos vetos a la ley firmados por el Grupo Popular y ERC.

Según informa el grupo socialista en el Senado, a lo largo del debate, la senadora por Badajoz y portavoz socialista, Carmen Granado, recordó que la ley se redactó con el objetivo de "reparar públicamente el honor y la dignidad de todos los españoles represaliados y de sus familias que, durante años, han luchado por esclarecer y dignificar su memoria".
Se trata, añadió, de establecer derechos y medidas de reconocimiento y reparación a las víctimas, continuando el espíritu iniciado por la Transición.

¡Estamos en el siglo XXI, ya es hora de finalizar con la traída y llevada Transición!